
Miedo de afrontar la derrota, miedo que recorre mi alma… pero ese mismo miedo es el que me provoca ira, el que me desespera, el que me incita a la lucha para reencontrar la paz: la libertad de mi pueblo.
Y una rabia interior evade la cobardía, mis temores se desvanecen en una nube confusa de odio y nostalgia.
Sombras oscuras acechan sobre mi lecho de muerte. No tengo nada que ver con ellas, no quiero marchar… he venido a luchar.
Pero la fría bala ha penetrado ya en mi cuerpo, perturba todos mis sentidos y no puedo más que caer…
Un segundo antes de exhalar el último suspiro… con un hilo de voz tenue, casi inexistente y en un intento desesperado por resurgir de las tinieblas, nace de mis labios una última expresión… LIBERTAD.
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Una imagen vale más que mil palabras, pero las imágenes a veces inspiran para expresar con palabras la rabia y la impotencia de las muertes injustas. Nadie es bueno ni malo en una guerra... al final, de una manera u otra, todos acaban siendo víctimas...